1.- LA OFS VOCACIONADA PARA EL COMPROMISO EN EL MUNDO
Jesús supo interpretar las palabras de Isaías y se las aplicó así mismo. La experiencia del bautismo... el sentirse "ungido por el Espíritu" le impulsó y determinó su vida posterior: Una vida marcada por el servicio y por el anuncio de la buena noticia (Lc 4, 18).
En cualquier misa de bautizos de nuestras parroquias, la oración colecta del sacerdote dice que habiendo siendo recibidos por el bautismo en el seno de la Iglesia "nos hagamos ardorosos testigos de la Verdad y demos abundantes frutos de caridad fraterna".
¿Y ésto que tiene que ver con el tema que nos ocupa?
Pues si recordamos el rito de Admisión que pronunciamos cada uno de nosotros el día de nuestra iniciación a la OFS, decíamos que "pedíamos el ingreso en la OFS para vivir con mayor empeño y fidelidad a la gracia y la consagración bautismo y seguir a Cristo según la doctrina y el espíritu de Francisco de Asís".
Cuando ya decidimos profesar la Regla de la OFS, a la pregunta del celebrante de si queríamos servir a la Iglesia como bautizados y entregados a su misión entre los hombres, nuestra respuesta fue el sí quiero.
En el 20 aniversario de nuestra regla de la OFS dijimos en el cursillo de noviembre del 98 que nuestra profesión fue un compromiso de respuesta a:
- la llamada recibida de Dios,
- la gracia recibida por el Bautismo (R.OFS art 6: "hacerse testigos e instrumentos de la misión de Jesús),
- al compromiso de vivir el Evangelio (CC.GG. 42.1).
Dicho todo ésto podríamos preguntarnos:
¿Cómo hacernos -por el bautismo- testigos de la Verdad y dar frutos de caridad?
¿Cómo vivir la gracia y la consagración bautismal que dijimos querer vivir el día de nuestra iniciación a la OFS?
¿Cómo servir a la Iglesia como bautizados entregados a testimoniarle entre los hombres, que asumimos en el día de nuestra profesión a la OFS?
Todas estas preguntas, o al menos en términos parecidos se las hizo Francisco de Asís en su camino de búsqueda de lo que Dios quería de él. Al principio de su "conversión", como dice Celano, se retiraba a bosques, hendiduras en las rocas, grietas o peñas escarpadas, capillas solitarias, etc. (2 Cel. 94 d). durante un tiempo Francisco tuvo la intención o "tentación" de dedicarse a la vida de ermitaño, pero para su sorpresa un día en Misa escucha el Evangelio de la Misión de los Apóstoles:
"Envió a los apóstoles a predicar (con la palabra y más con la vida) el Reino de Dios y a curar a los enfermos, sin llevar en el camino ni bastón ni alforjas, ni sandalias ni dinero, sabiéndose enviados como corderos en medios de lobos, pero dando siempre Paz". (Lc 10, Lc 9).
Y este trozo del Evangelio será para Francisco su norma de vida, su misión como bautizado.
En la contemplación del Cristo de San Damián, Francisco mira al auténtico Jesús: al auténtico siervo del que habla Isaías en la Primera Lectura de la Eucaristía de hoy: al que no lleva armas ni alforjas. Que no grita ni vocea, no amenaza ni castiga, no se doblega no vacila, el que en sus manos libres levanta la bandera de la Justicia, el que se alía con la misericordia para abrir los ojos al ciego, curar heridas y enfermedades, el que prefiere a los pobres. El que no quiere ser servido, sino servir, el que aprende a lavar los pies, a dar la mano, a multiplicar el pan a los hambrientos.
Este fue su programa como cristiano bautizado guiado por el Espíritu Santo, a pesar de las sugerencias del Cardenal Hugolino y del cardenal de San Pablo de Roma de hacer una fraternidad de hermanos eremitas o monjes (1 Cel 33c). No opta Francisco por una vida de permanente soledad, sino por una vida de Apostolado. También por una vida de contemplación pero una contemplación que le lleva, le fuerza y le exige el compromiso con el Hermano. El beso al hermano leproso (Tes 1-3), no es sino el comienzo de su labor apostólica, su misión de cristiano presente y activo en el mundo, su forma de hacer penitencia (Tes 1), de ser hermano de penitencia.
Sabemos que históricamente nacieron los hermanos menores, después las Damas Pobres de San Damián y luego la Orden de los penitentes franciscanos seglares (con el primer texto normativo o regla de 1221). Pero realmente los Hermanos Penitentes franciscanos nacen con el beso al leproso. Francisco antes de ser hermano menor fue y vivió como hermano de penitencia, que traducido al lenguaje de hoy es ser un laico comprometido.
Porque si pensamos un poco, ¿realmente que fue lo que hizo que mucha gente, de todo tipo de clase social, clérigos, legos, casados o solteros (1 Cel, 37/TC 60/ LM 4,6) quisieran su ejemplo? ¿Qué podríamos decir? Nos preguntaríamos como Fray Maseo "¿por qué a ti? (Flor 10).
No creo que la gente quedara impactada por la vivencia interior, de contemplación, de oración, de piedad de Francisco y su grupo de frailes-monjes con hábitos harapientos en una sociedad como la medieval, era más edificante para el cuerpo y el espíritu, sin duda la atracción de los monjes benedictinos, con sus conventos, su liturgia, etc... ¿Qué es lo que atraía a la gente? Pues sencillamente el compromiso apostólico de Francisco y de sus Hermanos Menores. El ser servidores, samaritanos. Servir a Cristo desde el Amor y disponibilidad a todos, incluso a los enemigos.
De ahí el atractivo de la figura de Francisco y de ahí nuestro origen de hermanos de penitencia. Hermanos para el seguimiento de Cristo a través del amor y del servicio al Hermano. De los 16 artículos que componen la II parte de la regla que trata sobre la forma de vida, 10 nos remiten a ello (Regla OFS art. 4, 5, 6, 13, 14, 15, 16, 17, 18 19).
Esta es o debería ser nuestra tarea, a esto hemos sido llamados:
- por el bautismo,
- por nuestra profesión en la OFS.
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