




Para Tomás de Celano, toda la misión de san Francisco debe entenderse a la luz de la relación pecado/conversión a través de la penitencia. «Fue, pues, la mano del Señor la que se posó sobre él y la diestra del Altísimo la que lo transformó, para que, por su medio, los pecadores pudieran tener la confianza de rehacerse en gracia y sirviese para todos de ejemplo de conversión a Dios» (1 Cel 2). Y el Santo habló a sus compañeros en los siguientes términos: «Consideremos, hermanos queridos, nuestra vocación, a la cual por su misericordia nos ha llamado el Señor, no tanto por nuestra salvación cuanto por la salvación de muchos otros, a fin de que vayamos por el mundo exhortando a los hombres más con el ejemplo que con las palabras, para moverlos a hacer penitencia de sus pecados y para que recuerden los mandamientos de Dios», notamos que el mensaje es tan actual como hace 800 años, nuestra actividad debe ser de tener una actitud activa en la misión predicando a la manera de Francisco,
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