2.- EL COMPROMISO COMO GRACIA / DESGRACIA
Esta tarea, a la que estamos llamados e interpelados permanentemente, el compromiso apostólico como franciscanos seglares presentes y activos en el mundo y en las realidades en que nos ha tocado vivir, para realmente hacerla vida y hacerla posible es necesario que nuestra actitud ante el compromiso la hagamos desde la reflexión y el reconocimiento de que esta tarea no es una carga, esta tarea -el compromiso apostólico- la hemos de reconocer como tarea nuestra en la medida de que es gracia y don de Dios, que hemos recibido.
La 1 Carta de Juan 4, 7-10 19 nos dice que nos amemos unos a otros. Que el amor viene de Dios. Quien realmente ama ha nacido de Dios y conoce a Dios y quien no ama no conoce a Dios ya que Dios es amor.
Y Juan se pregunta en que se ha hecho visible el amor de Dios, y se contesta diciendo que el Amor de Dios se ha hecho visible desde el momento que Dios envía a su Hijo al Mundo para darnos Vida.
El amor no existe en el mundo porque nosotros amemos a Dios
sino porque Dios nos ha amado y envía a su Hijo para salvarnos, parar liberarnos.
Nosotros podemos amar porque Dios nos ha amado primero.
El amor es un don de Dios, una gracia de Dios.
El compromiso debe ser la respuesta al amor de Dios, la respuesta al "amarse unos a otros". Un compromiso social realizado desde el Evangelio debe ser la expresión o gratitud del don del amor recibido a Dios que yo hago presente en el amor a los hermanos, en el amor, a la humanidad, al mundo.
Nosotros hermanos de la OFS que vivimos en fraternidad local tenemos una vida íntima de cristianos que se evidencia en:
- la vida de Oración (art. 8 Regla OFS)
- escucha de la Palabra(art 4, 5 Regla OFS)
- caridad fraterna (art 25 Regla OFS)
- el pan compartido = Eucaristía (art 5 Regla OFS).
Pero todo esto, esta vivencia de cristianos, no tiene ningún sentido si todo lo anterior -toda nuestra Oración, la escucha de la Palabra, la preocupación por los hermanos, recibir a Jesús que se parte y se comparte en Comunión en la Eucaristía- no se convierte en TESTIMONIO.
El compromiso social es un lugar privilegiado para realizar ese Testimonio para realizar la tarea de Amor y servicio a los hermanos, a la sociedad, al mundo. Y si realmente fuésemos capaces de testimoniar a Jesús (su Verdad, la buena noticia, las bienaventuranzas, su Vida, no ser persona de medias tintas, tener actitud profética, de denuncia, su Presencia, hacer presente en nosotros a Jesús, siendo constructores del Reino, aunque ello nos lleve a la persecución) en el mundo desde un compromiso social auténtico y sincero, dicho testimonio cristiano provocaría admiración y conversión, al igual que lo provocó Francisco de Asís hace ochocientos años.
De lo dicho, veamos al menos un ejemplo de muchos tantos en que Francisco nos transmite esta visión del compromiso como Gracia, como don.
Todos recordamos que no se cansaba de decir que "el amor no es amado", y en la 1 Carta a Todos los Fieles nos viene a decir:
"Los hermanos y hermanas amen al Señor con todo su corazón, con toda su alma y la mente, con todas las fuerzas y amen a sus prójimos como a sí mismo".
Francisco coloca el amor a Dios y el amor al prójimo como la base donde se debe edificar la vida de penitencia, la vida de conversión y la vida hecha compromiso del franciscano seglar. Si bien da la sensación de que se realiza la síntesis de dos amores (el tributado a Dios y el realizado al prójimo) realmente se habla de un solo amor, ya que cuando Francisco habla de amar a los prójimos como a nosotros mismos nos coloca la medida del amor al otro en nosotros como ingenuamente podamos pensar. Francisco cuando plantea el amar al prójimo como a nosotros mismos, está queriendo decir, en clave de la 1 de Juan, que amemos a los otros con la misma medida con la que Dios nos ama. Esta es la medida verdadera y el sentido del texto para aquellos que desean hacer penitencia de acuerdo con el testamento de San Francisco: amar a los otros como respuesta al amor gratuito que hemos recibido de Dios.
3.- TRES NIVELES DEL COMPROMISO DESDE NUESTRO CARISMA DE FRANCISCANOS SEGLARES.
La misión a la que está llamada la OFS y los hermanos profesos en ella, es beber de nuestro carisma, del seguimiento de Cristo al estilo de Francisco, y es desde aquí y desde el sentirnos enviados a ser presencia activa de cristianos y franciscanos en el mundo. Por ello antes de plantearnos los rasgos que debe tener nuestro compromiso o los lugares propuestos para el mismo, queremos fijarnos en tres niveles a tener en cuenta y presentes cuando nos sintamos misionados y enviados por la Iglesia para hacernos presentes en el mundo.
3.a Tener en cuenta nuestra preferencia carismática = Origen.
¿Para que nos ha enviado Dios al mundo? Se lo pregunta Francisco en su Carta a toda la Orden y nos responde.
"Ensalcen al Señor con sus obrar, ya que para esto nos ha enviado al mundo, para que con la palabra y con las obras, den testimonio de su voz y hagan saber a todos que no hay otro Omnipotente fuera de EL" (Cta. 8-9).
Vemos en el texto tres puntos esenciales a destacar que nos dan rápida respuesta a la pregunta planteada:
Enaltecer a Dios en las Obras ..................................... enaltecerle en lo que hacemos.
Ser testigos de su Palabra .......................................... para testimoniarle desde lo que en ÉL escuchamos
De modo que todos descubran que Dios es Dios ...... para evidenciarle entre los hombres como Dios verdadero.
Esto está relacionado con el art. 6.a de nuestra Regla y con el art. 17.1.a de la CC.GG. (anunciar a Cristo con la vida y la palabra).
Aquí la reflexión nos lleva a la afirmación de que un franciscano seglar que realmente no sea un contemplativo no podrá ser nunca un auténtico franciscano comprometido con el mundo. Sin la experiencia de Dios que pasa por la vida de cada uno, que transforma nuestra historia en una historia de Salvación y de liberación, es difícil que nuestra vida sea auténticamente apostólica. Seré incapaz de enaltecer-testimoniar y evidenciar a Dios en el mundo si yo no tengo experiencia de Dios en mí y no puedo dar testimonio de todo "el bien que me ha hecho" (Tob 12,6). La primitiva Iglesia testimonió con la palabra y con las obras "lo que habían visto y oído". Nuestra vida de franciscanos seglares para ser fiel a nuestra profesión debe ser "testimonio existencial", una existencia vivida plenamente desde la apostolicidad, así podremos cumplir lo que Francisco nos decía a través de la Leyenda de los Tres Compañeros:
"Los hermanos deben vivir entre los pueblos de tal manera que todos aquellos que los oyen o los vean, sean movidos a dar gloria al Padre del Cielo y a alabarlo devotamente" (TC 58).
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