"El amor de Cristo nos apremia." San Pablo, 2 Cor 5,14

"El amor de Cristo nos apremia." San Pablo, 2 Cor 5,14
" Debemos tomar conciencia que hemos de ser una Iglesia no solamente fraterna y solidaria, sino también y esencialmente misionera. (J. L. Corral)

Llamados a construir un mundo más fraterno, tratan de irradiar a los demás el gozo y la esperanza

San Francisco "Instituyó tres órdenes: a la primera ha llamado de los hermanos Menores, a la segunda de las Damas Pobres, Orden de Penitencia es el nombre de la tercera, constituida por personas de uno y otro sexo" (Oficio rítmico de san Francisco. Julián de Espira)

La Orden Franciscana Secular (O.F.S.)

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En este blog se pretende aprender entre todos, sobre la espiritualidad de san Francisco, que como religioso nos mostró, el camino a la Verdad que lleva hacia la fuente de vida.

¡Señor que siempre tenga sed de Ti!

Nuestra Señora de Fátima

Nuestra Señora de Fátima

S.E.R

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domingo, 13 de junio de 2010

Concluyendo el Año Sacerdotal, recordamos a Juan Pablo II y oramos por su beatificación





Concluyendo el Año Sacerdotal, recordamos a Juan Pablo II y oramos por su pronta beatificación
El mendigo que confesó a Juan Pablo IIGentileza de Pablo Zoth
Hace un tiempo, en el programa de televisión de la Madre Angélica en Estados Unidos (EWTN), relataron un episodio poco conocido de la vida Juan Pablo II.
Un sacerdote norteamericano de la diócesis de Nueva York se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta de que conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles.
El cura, tras identificarse y saludarle, escuchó de labios del mendigo cómo había perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido. Al día siguiente el sacerdote llegado de Nueva York tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada del Papa al que podría saludar al final de la celebración, como suele ser la costumbre. Al llegar su turno sintió el impulso de arrodillarse ante el santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación al Papa.
Un día después recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, en la que solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez convencido el mendigo, le llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la oportunidad de asearse.
El Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, les respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: "Una vez sacerdote, sacerdote siempre".
"Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero", insistió el mendigo. "Yo soy el Obispo de Roma, me puedo encargar de eso", dijo el Papa.
El hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchara su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan Pablo II le preguntó
en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente del Párroco de la misma, y encargado de la atención a los mendigos.




06 - 06 – 2010, SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO – CHojita del DomingoP. Nicola Pugliese – Tel.: 4627-9905
http://ar.mc518.mail.yahoo.com/mc/compose?to=nicolapugliese34@yahoo.com.ar
“Denles de comer ustedes mismos”
«Háganlos sentar
en grupos de cincuenta.»
Y ellos hicieron sentar
a todos.
Jesús tomó los panes,
dio gracias y los distribuyó a
los que estaban sentados.
Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
(Jn 6,11)


L A P A L A B R A

Génesis 14, 18-20
Melquisedec, rey de Salém, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino, y bendijo a Abrám, diciendo: «¡Bendito sea Abrám de parte de Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra! ¡Bendito sea Dios, el Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!» Y Abrám le dio el diezmo de todo.
SALMO: Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec.
Dijo el Señor a mi Señor: / «Siéntate a mi derecha, mientras yo pongo a tus enemigos / como estrado de tus pies.»
El Señor extenderá el poder de tu cetro: / «¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!»
«Tú eres príncipe desde tu nacimiento, / con esplendor de santidad;yo mismo te engendré como rocío, / desde el seno de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se retractará: / «Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec.»
1 Cor. 11, 23-26
Hermanos:
Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.»
De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía.»
Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.
Lucas 9, 11b-17
Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados.
Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto.»
El les respondió: «Denles de comer ustedes mismos.» Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
Porque eran alrededor de cinco mil hombres.
Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta.» Y ellos hicieron sentar a todos.
Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirviera a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.
PRÓX. DOM.: >2 Samuel:12, 7- 10.13 >Gál.: 2, 16.19 – 21 >Lc: 7,36 – 8,3
PAN PARTIDO – SANGRE VERTIDA

Hoy, como todos los días del Señor, nos encontramos “reunidos”, alrededor de su Mesa. La Mesa que el Padre nos prepara: “Un Pan partido y un vaso de Sangre vertida”. Somos caminantes
y no podemos caminar “por el desierto, bajo el sol”, hambrientos y sedientos. ¡Pidamos, hoy, al Señor que nos dé siempre de ese Pan, el “Pan de Vida”, “Pan del Camino”, Pan de la unidad! Pero ¡que no nos quite el “hambre de la Palabra” y la “Sed de Dios”, la sed de “ver su Rostro”!
Acabamos de celebrar los grandes “TIEMPOS LITÚRGICOS”: Adviento-Navidad; Cuaresma-Pascua. En ellos hemos celebrado los “Misterios principales” de nuestra fe: “1º) La Unidad y la Trinidad de Dios. 2º) La Encarnación, la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo”. Este año, además, tuvimos un “tiempo” extra. No litúrgico. O una “Cuaresma” suplementaria: El “terremoto” que sacudió a la Iglesia. Y como en la naturaleza, éstos no vienen de fuera, sino de lo más profundo de la tierra; así en la Iglesia, vienen de sus mismas entrañas. Es obvio que los mayores dolores y ataques fueron para el Papa, porque él es la Cabeza del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Y donde está la Cabeza está el cuerpo. Por eso: “Donde está Pedro (el Papa), ahí está la Iglesia”. Así que atacando a la Iglesia se ataca al Papa y viceversa.
En este contexto está la fiesta del “CORPUS CHRISTI”, que celebramos hoy. Hemos experimentado, también, la vigencia de la promesa de Jesús: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. Mas, tengamos cuidado que el día en que nosotros creamos que la misión de la Iglesia depende de nosotros, de la condición de «hombres sin tacha», entonces sí las puertas del infierno habrán prevalecido...El Papa, Pedro de hoy, no se ha cansado de confirmar a sus hermanos y a la Iglesia toda, en la fe y a interpretarnos los “signos de los tiempos”, como el acontecimiento “Fátima”: “Lo importante es que el mensaje, la respuesta de Fátima, tiene que ver con la respuesta fundamental, es decir, la conversión permanente, la penitencia, la oración, y las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. La novedad que podemos descubrir hoy en este mensaje reside en el hecho de que los ataques al Papa y a la Iglesia no sólo vienen de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia proceden precisamente de dentro de la Iglesia”. Es que, como nos dijo el Maestro: “Los enemigos del hombre son los de su propia casa” (Mt.10,36). “La Iglesia, por tanto, tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender, de una parte, el perdón, pero también la necesidad de la justicia, (porque) el perdón no sustituye la justicia”.“El Papa hizo comprender que los sufrimientos y dificultades que encuentra la Iglesia, incluso los que se refieren a la situación de estos últimos meses, en los que la Iglesia tiene tantas dificulta- des como consecuencia de los pecados de sus miembros, son algo que la Iglesia carga, por desgracia, la realidad del pecado. Es por esto que el mensaje de Fátima es sumamente actual e importante, pues nos habla de conversión, nos habla de penitencia, para renovarnos de manera que nuestro testimonio sea coherente”. (P.Lombardi). Vamos a Fátima. Benedicto XVI regalará a la Virgen una rosa de oro y plata. (Relató un periodista francés, de “Le Figaró”): “... Estaba de rodillas. Quedó como transformado en el momento en el que su asistente le entregó el famoso presente para que lo colocara los pies de la estatua. En ese momento, ya no era el Papa, sino un niño. Se acercó con la sonrisa de un niño en el día de la fiesta de las madres. Tras ofrecer su regalo a la Virgen: largos minutos paradójicos en los que se unen la ausencia, una sorprendente presencia y el silencio, que se interrumpe cuando el maestro de ceremonias le tomó delicadamente del brazo: "El niño volvió a ser Papa".Volvamos a la fiesta del Corpus Christi, que nos da bastante luz y que nos viene muy bien. Con ella podemos leer mejor la historia de la misericordia y del amor de Dios, para abrirnos a la esperanza. La historia, de esta fiesta, tiene mucho de parecido con nuestro “HOY”.Retrocedamos al año 1263, “Edad media.” Una época muy penosa de la Iglesia. Un período difícil y vergonzoso para nuestra Iglesia. El Señor permitió que sufriera corrupción y herejías. Estas eran expuestas por figuras fuertes dentro de la misma Iglesia. Una de las más graves fue la duda que se sembró en cuanto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía, ocasionando grandes confusiones y problemas de fe para muchos.Sin embargo, el Señor no abandonó a su Iglesia. En medio de la oscuridad hizo brillar la luz y el resplandor de grandes hombres, como San Francisco de Asís, Santo Domingo, San Antonio de Padua, Santo Tomás de Aquino... Además produce el “Milagro Eucarístico de Bolsena/Orvieto”. Era Papa Urbano IV. Un tal Padre Pedro, de Praga, sufría los pecados de la Iglesia y su falta de fe. Él también, dudaba de la presencia de Jesús en la Eucaristía y decide peregrinar a Roma para fortalecerse. En el viaje se queda en una iglesia de Bolsena para pasar la noche, Al día siguiente pidió poder celebrar la Misa... En el momento de la Consagración, cuando pronunció: "ESTO ES MI CUERPO", el Pan se convirtió en carne, y empezó a sangrar profusamente. La sangre cayó sobre el Corporal. El sacerdote, asustado, y no sabiendo qué hacer, envolvió la Hostia en el Corporal, lo dobló y lo dejó en el altar... Inmediatamente fue a contar lo que había sucedido al Papa, que estaba, ahí cerca, en Orvieto. El Papa examinó todo y el 11 de Agosto de 1264, instituyó la Fiesta de Corpus Christi para toda la Iglesia.Hermanos, el Señor nunca abandona a su Iglesia. El Espíritu no deja de animarla y santificarla. ¡Pidamos al Señor que los dolores del presente, sean semillas de fe y santidad! Miremos alrededor nuestro y descubriremos los signos de santidad que ya brotan. Son las “cosas nuevas” que hace el Señor. Decían los primeros cristianos que la sangre de los mártires era semilla de nuevos cristianos. Así, que los dolores presentes sean fermento de renovación y vida nueva...Pero, Él quiere necesitar de nosotros. Pongámonos a su disposición llenos de esperanza.¡Qué, en un “mundo lacerado por las divisiones y discordias (también en el interior de la Iglesia), seamos todos nosotros, “puentes” que unan. Qué podamos cantar, sin decir mentiras: “Todos unidos formando un solo cuerpo... Somos un Cuerpo y Cristo es la Cabeza... con el Espíritu que nos conduce, nos guía y alienta”!




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